jueves, 29 de octubre de 2009

EL PROYECTO INDUSTRIAL PERONISTA EN CÓRDOBA


VIERNES 6
de NOVIEMBRE
21 horas
Brandsen 441-Córdoba

Proyecciòn de

"RASTROJERO"

un documental de Marcos Pastor y Miguel Colombo

Al finalizar, debate a cargo del periodista SERGIO TAGLE (Radio Nacional Córdoba)
y un encuentro con toda la militancia para compartir un choripan, guitarras y canto.




El Rastrojero no fue sólo un proyecto motorizado, sino también uno político, que el documental de Marcos Pastor y Miguel Colombo reconstruye mediante entrevistas, viajes e imágenes.
Así como abundan los relatos que comienzan cuando despierta o abre los ojos uno de sus protagonistas, hay que decir que el inicio del documental El Rastrojero. Utopías de la Argentina Potencia –que comparte con la última película de Pino Solanas, además de cierta semejanza temática, un subtítulo que refuerza su nombre– muestra que hubo un tiempo en que la frase “al que madruga, Dios lo ayuda” era una flagrante y definitiva mentira. Unos obreros hacen cola en una empresa para poder trabajar durante ese día hasta que sale el responsable y les dice que, debido a la depresión producida por la crisis financiera de Londres, no se tomarán trabajadores. “¿Y para qué ponen un aviso, entonces?”, dice uno de los postulantes, que aclara que estaba ahí desde las 4.30 de la madrugada. “Es la depresión”, le responde sin saber qué quiere decir esa palabra y encarnando el colmo de la enajenación: un hombre negándole a un compatriota un puesto de trabajo por una razón que él mismo desconoce, pero que se limita a obedecer por provenir de su patrón extranjero. “Sólo queremos trabajo, no palabras raras”, concluye otro obrero.
Ese inicio, recuperado casi milagrosamente entre los archivos de propagandas del Partido Justicialista, es uno de los hallazgos de este documental realizado por Marcos Pastor y Miguel Colombo sobre el primer utilitario argentino, el inolvidable auto nacional o, a secas, el Rastrojero. Esa marca registrada de automóviles grandes, medianos y chicos cuyos modelos se llamaron, por ejemplo, el Justicialista, el Frontalito y el Caburé, entre muchos otros.
A grandes rasgos, son dos los hechos que posibilitaron su existencia: por un lado, el viaje hacia Estados Unidos, ya terminada la Segunda Guerra Mundial, de miembros del gobierno nacional para adquirir una serie de tractores; y, por el otro, la creación por parte de Perón, a comienzos de la década del ’50, de IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado), que se encargaría de fabricar desde motos hasta aviones, y que, con el tiempo, pasó a llamarse IME, Industrias Mecánicas del Estado, donde finalmente dio a luz el Rastrojero –con los motores reciclados de aquellos tractores–, exactamente en mayo de 1952. Y que iría muriendo poco a poco por la devastación tanto política como económica producida por la última dictadura, hasta cerrar su fabricación en el año 1980.
“La idea del documental surgió en Córdoba, en 2001, con esa verdadera atmósfera de túnel sin salida que vivíamos entonces y cuya única salida, en todo caso, no parecía ser otra que un precipicio. Pero, de todas formas, al tratarse de un momento de mucha movilización popular, digamos que eso también nos dio el incentivo necesario para hacer un documental de este tipo”, explica Marcos Pastor. Y justamente esa conexión entre el pasado y el presente enmarcará todo el documental, a partir de un ida y vuelta constante entre imágenes en blanco y negro e imágenes en color, como si las chispas de las soldaduras se fundieran en cierta forma con el atardecer de un día actual: “Queríamos demostrar que no todo había quedado en el pasado, que –en cierta manera– si fue posible en su momento tiene que ser posible ahora, queríamos combatir el pesimismo de que en la Argentina no se puede hacer nada, me enfurece ese derrotismo, que la gente se regodee tanto en criticar”, concuerdan Pastor y Colombo. Una conexión plasmada también, a nivel formal, en esa especie de road movie que corre paralela al documental, ya que es a partir de un viaje de Entre Ríos a Córdoba en un mismísimo Rastrojero que los realizadores logran indagar de manera bastante profunda en ese transporte que simboliza todo un proyecto político. Uno de los conductores de ese Rastrojero que va camino a reencontrarse con su planta natal y sus criadores es Eduardo Raffo, uno de los directivos de la IME que fue el primero de los entrevistados del documental –lista que se iría engrosando con otros gerentes, obreros y también otros Rastrojeros, gracias al Rastrojerazo, una reunión automovilística multitudinaria que organizaron los realizadores en el Museo de la Industria de Córdoba en 2006– y quien, a su vez, venía pensando en dejar un testimonio escrito sobre la IME: “Lamentablemente murió meses después de que termináramos de filmar. No pude evitar pensar que había cumplido su propósito”, cuenta Pastor. “Fueron muchas cosas movilizantes las que despertó en nosotros este documental. Para mí significó terminar de entender algo que venía sospechando, y es la idea del trabajo como parte de un proyecto mayor, y que no se limitaba para nada a lo que sucede ahora, es decir, la intención individualista de ir escalando posiciones”, concluye –de verdad concluyente– Colombo.


Página/12, Revista RADAR 31/08/08



domingo, 18 de octubre de 2009

A propósito de aquél 17 de octubre


17 de octubre

Por Raúl Scalabrini Ortiz (En Hechos e Ideas, febrero 1946.)


"Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios. "La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío, muy semejante a una agonía. "Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado". "Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad. "Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. "Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal. "Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón."